Sistema de Creencias: lo que vemos no es real, es lo que creemos que es real.
- Rita César
- 30 nov 2016
- 4 Min. de lectura

La verdad que este tema no es algo nuevo para muchas personas, pero debemos ahondar un poco sobre este asunto de forma de lograr entender el por qué la humanidad actúa bajo prototipos conductuales guiados por dogmas impuestos, aprendidos o asumidos individualmente.
Desde pequeños somos guiados por factores comportamentales que determinan cómo reaccionar ante cosas que son consideradas buenas o malas. Los padres en su afán de proteger a sus hijos frente a situaciones de “peligro” moldean sus reacciones. Así, a lo largo de la vida, conseguiremos deferentes individuos (familia, amigos, maestros, medios de comunicación y en fin, la sociedad) que podrían establecer nuevos paradigmas que guíen nuestra actuación, sin que seamos verdaderamente conscientes de ello. Mientras más creencias poseen las personas, más se crearán e impondrán reglas o esquemas, que muchas veces limitan la propia existencia y que pueden ser muy difíciles de cambiar por medio de las normas tradicionales de pensamiento lógico o racional.
Las creencias sobre nosotros mismos, así como sobre lo que es posible en el mundo a nuestro alrededor, influyen notablemente en nuestra aptitud cotidiana. Cada uno de nosotros posee creencias que actúan como recursos, junto con otras que nos confinan. Estas creencias pueden moldear, perjudicar e inclusive determinar nuestro grado de inteligencia, nuestra salud, nuestras relaciones, nuestra creatividad, y hasta nuestro nivel de felicidad y éxito personal.
En este devenir lo más común es juzgar a otros por no realizar actividades, no actuar o reaccionar de la forma que teóricamente “debería hacerse”, según nuestras creencias. Asimismo, las personas en su afán de seguir esos preceptos llenan su vida de banalidades y superficialidades por el solo hecho de complacer a los demás o porque así lo dicta el entorno. La felicidad personal se desvanece y da paso a la “fachada” social. Dejamos diluir la vida entre la vanidad y el ego.
Lo que debemos entender es que estamos inmersos en un medio donde la dualidad es factor determinante en la vida de todos nosotros, pues todo parte de dos formas contrapuestas de ver las cosas: bueno y malo, blanco y negro, bello y feo, etc. Debemos comprender que existen realidades diferentes para cada quien, inclusive bajo la misma circunstancia de vida. No obstante, puede decirse que la base principal para todo este tipo de divergencias es la creencia en la culpa y el miedo; impulsadores de las reacciones y los comportamientos.
En el transcurso de nuestra existencia, acumulamos experiencias y creencias sobre como son o como deberían ser las cosas. Son “nuestras verdades” y de acuerdo a ellas es la forma en que nos desenvolvemos según los casos que se nos presentan.
Los demás individuos también tienen sus verdades, algunos de ellos han vivido situaciones parecidas a las nuestras y otros, vivencias contrarias. Entonces, ¿Cuál es la verdad? ¿Dónde está el límite? ¿Cuál es la mejor forma de actuar?
Estos cuestionamientos nos llevan a ampliar y dilucidar nuevas formas de ver las cosas, pero que también generan nuevas creencias. Es importante estar conscientes que somos parte del todo; que nuestras situaciones de vida son el resultado de lo que creamos a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones.
El periplo empieza cuando la propia persona inicia un proceso de discernimiento y análisis que conlleva a cuestionar ciertos elementos personales y sociales que distan de la realidad estándar. Darnos cuenta que “lo que vemos no es real, es lo que creemos que es real”.
Partimos de creencias contrapuestas sobre la salud-enfermedad, la vejez-juventud, entre otras; donde cada quien posee sus propias interpretaciones, pero que en muchos casos circunscriben el transitar de la vida de cada uno de nosotros. ¿Podrías suponer que hay personas que viven hasta los 130 años o más? ¿Que existen mujeres de 60 años que pueden dar a luz tal cual una joven de 18? ¿Que las enfermedades, incluyendo el cáncer, no son hereditarias sino el producto de emociones atrapadas en los órganos? Este tipo de interrogantes nos llevan a adentrarnos más allá de una simple afirmación. De hecho, a la fecha ya hay diversos científicos que están investigando estos casos (por demás verídicos); efectuando descubrimientos importantes en este sentido que dejan incógnitas mayores sobre cómo el ser humano es capaz de crear su propia realidad a raíz de elementos que se encuentran albergados en su potencial interior. Empero, muchos nos preguntaremos sobre casos de bebés que padecen de enfermedades graves cuya explicación puede ser aún más insensata y extensa cuando hablamos de vidas pasadas y su incidencia en la vida presente.
Un elemento en el que efectivamente se debe reflexionar es que este planeta y la vida que “elegimos” es una escuela, en la que venimos a experimentar las creencias y la materia.
En este sentido, la soberbia debe quedar relegada para dar paso a “creencias” más abiertas que aparten las limitaciones de nuestra vida. Debemos entender que somos conciencia y energía pura. A medida que nuestro nivel de conciencia se eleva, podremos ver las situaciones desde una perspectiva más amplia y extender nuestros conceptos personales acerca de todo lo que nos rodea. Debemos proyectar y crear nuevas realidades.
“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto” Henry Ford

Rita César
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